lunes, 22 de junio de 2009

El Principito


Me he vuelto a leer El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry. Y me di cuenta de cosas que nunca me habia parado a pensar.

El autor siempre nos recuerda que el libro esta hecho para niños y para personas que aún tienen "los ojos" de niño. Siempre, en todo el libro, nos hace notar que los adultos somos muy mecanicos, siempre fijándonos en cosas superficiales y creyendo que vemos las cosas de un punto de vista más "adecuado".

También, toma al principito como personaje para que nos haga ver que nuestro comportamiento de adulto es extraño, tonto y sin sentido. Por eso, en cada planeta que visita, siempre encuentra un adulto que, según el principito, es una persona rara.

"Las personas mayores son muy extrañas" (se dice el principito después de hablar con el rey)

"Las personas mayores son decididamente muy extrañas" (después de hablar con el vanidoso)

"Las personas mayores son decididamente muy pero muy extrañas" (después de hablar con el bebedor)

"Decididamente, las personas mayores son enteramente extraordinarias" (después de hablar con el hombre de negocios).

Y, algo que me llamo la atención de este libro, es ese amor tan sincero y talvez ingenuo del principito por su rosa.

"Si alguien ama a una flor de la que no existe más que un ejemplar entre los millones y millones de estrellas, es bastante para que sea feliz cuando mira las estrellas. Se dice: "Mi flor está allí, en alguna parte...". Y si el cordero come la flor, para él es como si, bruscamente, todas las estrellas se apagaran. Y esto, ¿no es importante?"

El principito tenía cierto temor de que el cordero, que le había dibujado el aviador, se comiera a su rosa a quien consideraba única en el mundo. Sí, casi al final del libro, se encuentra con un jardín lleno de rosas como la suya y se dice a sí mismo abatido: "Me creía rico con una flor única y no poseo más que una rosa común y corriente. La rosa y mis tres volcanes que me llegan a la rodilla, uno de los cuales quizá está apagado para siempre. Realmente no soy un gran príncipe...". Pero después de haber domesticado al zorro y de haberse dado cuenta que el zorro era único para él, vuelve a donde la rosas y les dice: "No son en absoluto parecidas a mi rosa; no son nada aún. Nadie las ha domesticado y no han domesticado a nadie. Son como era mi zorro. No era más que un zorro semejante a cien mil otros. Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo". Se da cuenta de que no porque algo no sea unico, no quiere que sea especial.

Y, sin lugar a dudas, las verdades que el zorro le da al principito:

1. No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.

2. El tiempo que perdiste por tu rosa hace que tu rosa sea tan importante.


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