sábado, 13 de marzo de 2010

Última vez

Aquella mañana había amanecido fría. Salí a la calle abrigado hasta arriba y maldiciendo los regalos de reyes que, por vagancia, tengo que hacer. Según avanzaba, mi reproductor de música pasaba canciones: Celtas Cortos, Mika, Despistaos…

Llegué a la calle principal repleta de gente, con lo que odio las aglomeraciones. Intento abrirme paso entre la gente. Poco a poco, llego a mi destino. Entro en la tienda, justo cuando empieza a sonar Pereza. Te veo. Yo solo busco que me tiemblen las piernas… Me tiemblan las piernas cuando te acercas. Nos saludamos. …Creía que estaba de vuelta… Me ayudas a comprar los regalos que me faltan. Te cojo de la cintura mientras miras más ropa. …Encendernos con las manos fue más de la cuenta… Me gustaría que siempre estuvieras conmigo. …Aviones a punto de salir…

Salimos de allí y se te ocurre ir a tomar un chocolate. Me encanta la forma que tienes de quitarte el pelo. …que seas de esas que me saca de juerga… En el bar me dices que tu ex novio te ha vuelto a llamar, que te echa de menos. …Yo sólo busco que nadie lo entienda… Me dices que te lo estas planteando, que recuerdas la época en la que estuvisteis juntos como una de las más felices de tu vida. …que nos rajan por la espalda al pasar… Decidí que era hora de decirte lo que sentía.

Te digo que te quiero, desde aquella fiesta de la facultad. Cuando supe que estabas con otro, se me cayó el mundo. Pero seguí a tu lado. Cuando te hizo daño, estuve contigo. Lloraste en mi hombro. Te dije eso porque sabía que sentías lo mismo. Así era. Pero ya habías llamado a tu ex novio. Te pidió que te casaras con él. Tú le habías dicho que sí. Se me volvió a caer el mundo a los pies. Te pedí que nos escapáramos juntos. Iría a por el coche y nos marcharíamos a algún sitio donde nadie nos encontrara. Me llamaste rebelde. Me encanta cuando me llamas rebelde. Dijiste que sí.

Cojimos el coche. Salimos dirección Madrid. Dijimos que nos iríamos en el primer vuelo que saliera. Fuera cual fuera el destino. Lo importante era estar juntos. Pero el destino nos tenía guardada una jugarreta.

Una placa de hielo se nos cruzo en nuestro camino. De repente, nuestra vida juntos se acababa. El coche se salió de la carretera. Dio una, dos, tres vueltas de campana. Tú saliste volando por la ventana. Yo pude salir. Te encontré difícilmente. Me pediste que te diera un beso, pues te querías ir con buen sabor de boca. Te dije que no, que no te irías. Me lo volviste a pedir. Te besé. Te fuiste. Con una sonrisa en la boca. …pequeña sonrisa de Amelie me tienes ganado.